La hipótesis científica más reciente, del arqueólogo bielorruso András Patay-Horváth, plantea que los juegos olímpicos evolucionaron a partir de antiguas ceremonias de cacería.
Y, en medio de una rebelión sin precedentes, ha emergido una figura: la del presidente bielorruso, de quien se decía que era una marioneta del Kremlin.
Dice que lo hace tras las fuertes reacciones en Suecia en contra de su intención de volver a invitar a los representantes ruso, bielorruso e iraní, excluidos el año pasado.
Kiev asegura que el Kremlin toma como rehén nuclear al régimen bielorruso, una decisión que solo contribuirá dice, a desestabilizar el país y generará más rechazo hacia Putin entre su población.
El presidente bielorruso, Lukashenco, le ha asegurado a Vladimir Putin que los mercenarios de Wagner que están en su territorio, le han pedido avanzar hacia Varsovia y atacar Polonia, por su apoyo al Ejército ucraniano.
El grupo de mercenarios Wagner ha comenzado a entrenar tropas del ejército bielorruso, afín a Rusia, un remodelado ejército pagado por Moscú, con fidelidad al Kremlin y un nuevo lider a propuesta del propio Putin.