De hecho, el contexto retórico y el lujo de indumentario es similar a los retratos que Velázquez pintó de su prima, la infanta Maria Teresa, o incluso de su hija, la infanta Margarita.
No tenía ni el tono, ni el estilo, ni el soplo retórico de los primeros años del amor, y su argumento era tan racional y bien medido, que el perfume de una gardenia hubiera sido un exabrupto.