Al desenredarme por fin de esa pesadilla, me vi tirado y maniatado en un oblongo nicho de piedra, no mayor que una sepultura común, superficialmente excavado en el agrio declive de una montaña.
Venían en él envueltos y guardados unos naipes de figura ovada, porque de ejercitarlos se les habían gastado las puntas, y porque durasen más se las cercenaron y los dejaron de aquel talle.
En unos miles de millones de años, todas sus galaxias, grandes y pequeñas, se unirán para formar una galaxia elíptica gigante que ya ha sido bautizada con el poco original nombre de " Lactómeda" .