El uso de la energía, especialmente los combustibles fósiles, representa una pesada carga sobre el medio ambiente y tiene efectos negativos sobre la salud humana.
Una de las principales medidas que se deberán adoptar para encarar el cambio climático consiste en reducir la utilización de combustibles fósiles y luchar contra la desertificación.
Las preocupaciones relacionadas con el calentamiento atmosférico y la producción de gases de efecto invernadero de combustibles fósiles están alentando un interés cada vez mayor en las energías renovables.
Producir cultivos de rendimiento relativamente alto sin necesidad de recurrir a insumos químicos que generan gases de efecto invernadero ni a un uso intensivo de combustibles fósiles representa un desafío.
La extracción, el transporte, la elaboración y utilización de combustibles primarios, tanto fósiles como biomasa, y la generación y transmisión de electricidad tienen efectos nocivos en todas las escalas físicas.
El procesamiento, el transporte y la distribución de productos agrícolas, así como el uso de maquinaria agrícola que funciona con combustibles fósiles, contribuyen a la producción de dióxido de carbono atmosférico.
El reto para los agricultores consiste en satisfacer la demanda de alimentos y proteger el medio ambiente reduciendo al mínimo la utilización de combustibles fósiles y proporcionando bioenergía, sumideros de carbono, etc.
En los países en rápido desarrollo, la demanda de alimentos, como la carne, para los que se requiere un gran uso de energía está aumentando, lo que supone un incremento en el uso de combustibles fósiles.
En vista del predominio del consumo de combustibles fósiles en el sistema de energía actual, se manifiestan muchos problemas a causa de las emisiones a la atmósfera y diferentes formas de contaminación atmosférica.
Por lo general no existe mucha relación entre los distintos sectores de suministro de energía (fósil, nuclear y las diversas fuentes de energía renovable), que a veces actúan como grupos de presión en competencia.
La agricultura ya está respondiendo de forma positiva a la necesidad de mitigar el cambio climático mediante la sustitución de los combustibles fósiles, la aplicación continuada de medidas de eficiencia energética y el secuestro del carbono.
La nueva tendencia mundial de reducir la utilización del combustible fósil y el fomento a los Estados para adoptar políticas de “aire puro” son aun incentivos adicionales para desarrollar más la energía nuclear con fines pacíficos.
Es evidente que la agricultura es actualmente la causante de más del 20% del efecto invernadero provocado por el ser humano (incluidas las emisiones de combustible fósil y la deforestación, sobre todo en las zonas tropicales).
Pese al fuerte crecimiento de la industria de la energía renovable en el último decenio, se prevé que casi el 85% del aumento, en la hipótesis de que todo sigue igual, provendrá de un mayor consumo de combustibles fósiles.